lunes, 24 de diciembre de 2012

viernes, 14 de diciembre de 2012

Raqueteando por Aneu


Pensando en los tiempos en que durante el invierno no me quedaba otra que andar hundiéndome hasta las rodillas, recordé la envidia que me daban los pocos franceses que veía desfilar con sus raquetas.  Así se me ocurrió la idea de hacer lo propio ahora que semejante herramienta está de moda y así recordé que la zona donde más había contemplado la hazaña del “trekking enraquetado” era el Valle de Anéu, cercano y siempre blanco.

Allá que nos fuimos tempranito por la mañana con la intención de darle la vuelta al Peyreguet con las raquetas alquiladas en los pies.  Paramos en Escarrilla al visualizar el cartel de raquetas de alquiler, nos hacemos con las herramientas y echamos un café para calentar cuerpos que hace frío del de verdad.  Ahora sí enfilamos dirección a Francia y al llegar a Portalet vemos que los vecinos, como es habitual, no limpian mucho sus carreteras así que aparcamos en la mismísima frontera para empezar a andar raquetas en mano en busca del famoso parking que hay unos metros más adentro del gabacho.



Al poco vemos una pandilleta colocándose los zarrios esos en los pies y bajando directos hacia la archifamosa granja de Gabás esa donde venden queso bueno, bueno.  Ale, pues nos apuntamos y tras cuarto de hora de ajustes varios ponemos marcha hacia la granja.  Paramos cerca de ella para realizar las evacuaciones corporales pertinentes y de paso decidimos dejar el plan de la vuelta al Peyreguet para otro rato pues las puñeteras raquetas de alquiler parecen más zapatos de payaso que otra cosa y aunque ayudan no son fáciles de manejar, menos para no iniciados como nosotros.  Así, dejamos la senda del Peyreguet a nuestra derecha y enfilamos hacia el fondo del valle gozando como enanos de un día soleado y sin viento, con la temperatura ideal para andar en jersey y hacer el tonto con la nieve que pa eso está.


Llevamos andando como un par de horas cuando encontramos una vaguada maja y llana para desviarnos a nuestra izquierda y enganchar con otro itinerario que según el mapa nos llevaría directos a la frontera.  Pero antes paramos a comer algo en un colladito a los pies del Pene de la Glére que parece lo menos el campo base del Everest petao de peña ataviada de ropas y herramientas diversas como para ir vaya usted a saber ande.  Ahora sí, empezamos a bajar siguiendo a “todo kiski” hasta que mi olfato de “perreta caminera” hace aparición y propongo dejar de seguir a la peña para desviarnos y situarnos en el itinerario más llano que nos lleva ¡sí señor! Directos al coche (¡que fiera soy por dios!).

¡Y eso es todo amigos! Un paseito majo para retomar contacto con la nieve e ir practicando con las raquetas que he de admitir, son útiles, aunque no en todos los terrenos.

Fecha real de la excursión: 09/12/2012
Cartografía: Un mapa gabacho que no tengo a mano ahora mismo
Fotos: Pocas pero majas ¿no?

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Jóvenes Castoras al aroma de pacharán


 De repente los astros se conjugaron todos ellos y en el mismo fin de semana se sucedían dos hechos casi casi irrepetibles: 1.- Bonito del Norte tiene trabajo fuera todo el finde 2.- Casi todas las amigas están libres y dispuestas para subir al monte. ¡DIOS! Por fin te has acordado de mí.

Elegimos como destino la localidad de Villanúa, más que nada porque tenemos casa gratis gracias a Joven Castora II (la I soy yo, si eso, porque yo lo valgo).  Viernes, 20:00 horas post meridian, ponemos rumbo con mi “silver bullet” cargado hasta las molduras de los espejos sobre todo de leña de la buena para hacer brasa y bien de viandas para sobrevivir el tiempo que haga falta.

Llegamos a Villanúa a eso de las nueve (post meridian también), encendemos la calefacción y nos vamos a cenar por ahí, que no hay tiempo para brasas y los estómagos rugen que no veas.  Vamos de ligero, hamburguesas y vino que hay que preparar cuerpos para subirnos al día siguiente a Cenarbe, que nos hace ilusión porque el abuelo de Joven Castora II era de allí. 

Haciendo planes decidimos echarnos un digestivo al cuerpo para darle tiempo a la caldera de calentar bien la casa.  Y así empezó a correr el pacharán, uno tras otro, así sin enterarnos hasta que sin saber cómo, nos despertamos al mediodía del sábado con una resaca de las buenas y sin calefacción, todas apelotonaditas junto al hogar.  A lo hecho ¡pecho! Así que nos vamos a almorzar-comer tras lo cual Joven Castora IV nos abandona y se vuelve pa Güeskonsin. 




Así nos quedamos Jóvenes Castoras I, II y III un poquito arrepentidas de nuestra hazaña nocturna pero con ganas de disfrutar lo que queda de día y sin darle más vueltas, nos cogemos una botella grande, muy grande de agua y ponemos marcha hacia el monte en busca de la nueva senda marcada como “Sendero Botánico As Foyas” que sale desde la oficina de turismo y con muuuuchíiiisismos carteles e indicaciones que nos llevarán a realizar un entretenido recorrido por la ladera dejando el río Aragón a nuestra izquierda hasta que, antes de que empiece a anochecer, decidimos enganchar con el camino de santiago y dejando el río esta vez a nuestra derecha volver al pueblo a descansar.

Contentas y satisfechas con nuestro plan B, y con la calefacción arreglada por fin, encendemos el fuego para ir preparando las brasas que nos estarán esperando cuando volvamos de visitar la “Villanúa Second Hand” que no era otra cosa más que una feria de artículos de montaña de segunda mano.  Al llegar a casa, aprovechamos de bien las brasas con su corderito, longaniza, panceta, morcilla y bien de vino que el mal vino con vino se pasa.  Tras la correspondiente sesión de marujeo, nos fuimos a dormir para regresar el domingo temprano a Güeskonsin que hay que cumplir con las familias.

CONCLUSIÓN: A veces (y sólo a veces) vale la pena un poco más de pacharán y menos monte si la dicha es buena y las amistades crecen.