lunes, 30 de julio de 2012

COLLARADETA COMO UNA MARQUESA

Andaba yo emperrada en subir a Collarada, hace casi veinte años lo hice por primera vez y también fue mi primera cumbre pirenáica así que le tenía ganas.  Entré en la web del ayuntamiento de Villanúa para buscar información sobre los permisos que conceden para subir con el coche hasta el refugio de la Trapa y me sorprendí al ver que durante el verano no conceden permisos sino que te suben ellos mismos en todoterreno por ocho euretes, diez si quieres que también te bajen.  Bueno, me lo pensé un poco y decidí seguir navegando un rato por la web hasta que ¡caspita! Me encuentro con que ese finde organizan una ascensión guiada a Collaradeta.  ¿Que me lleven a un pico sin que tenga yo que pensar, sólo dejarme llevar y disfrutar?, sin dudarlo me apunté, como una marquesa oiga.

A las siete y cuarto de la mañana ya estábamos en las inmediaciones de la oficina de turismo de Villanúa donde nos esperaba un señor que sin duda era el guía que nos llevaría hoy hasta Collaradeta a Bonito del Norte, migo misma y ocho más.  Un par de trámites y al rato empezamos a subir por la pista hacia el refugio de la Espata, donde dejamos los coches y empezamos a andar, primero por la pista y enseguida por senda muy marcada que cogemos a nuestra derecha.

Las primeras cuestas por bosque a paso de guía, es decir, despacito y con calma: “paso para llegar”.  Al poco nos encontramos con el paso clave de toda la ascensión, una canal muy fácil donde apoyamos las manos un par de veces pero sin mayor dificultad y empezamos a obtener vistas de la mole de Collarada y al poco ya tenemos a las dos hermanas al alcance de las manos, bueno más bien del objetivo… ¡que guapas ellas!.


Continuamos ahora por una ladera calizo-herbosa que, para nuestro disfrute, nos encontramos plagada de flores de nieve o edelweis por dorquier… bien de fotos y a continuar.  Cada vez tenemos más cerca el objetivo de hoy.


Superamos un pequeño contrafuerte y torcemos hacia la izquierda hasta un collado que nos deposita en un pequeño valle entre ambas collaradas.  Tiramos ahora a nuestra derecha por pedrera buena y bastante estable de la que salen corriendo unos cuantos sarrios que hacen nuestras delicias con su gracilidad (¡ains!). 


Vamos laceando primero a la izquierda y luego a la derecha ya dirección a la cumbre superando otro pequeño paso de esos de poner las manos para, ahora sí, llegar a la cima más feliz que una perdiz.  Vistas espectaculares aunque ensombrecidas por las nubes de evolución que llevan formándose toda la mañana pero que no descargan ni molestan.


De bajada, nos desviamos un poco pues el guía decide recompensar nuestro buen comportamiento (admito que hemos sido un grupo muy majo, nada quejicas y muy dispuestos) con la extraordinaria visión de uno de los rincones más bonitos que he visto en esta zona…


Con un delicioso sabor de boca y más contentos que chupillas, bajamos por el mismo camino a los coches y nos despedimos.

Me ha pasado lo mismo que cuando visito una ciudad nueva.  No es lo mismo ver las cosas desde la ignorancia que cuando te acompaña un conocedor del lugar, dudo que alguna vez me hubiera dado por subir a Collaradeta siempre desmejorada por su hermana mayor y dudo más aún que en ese caso hubiera dado con “La Ventana”.

Fecha real de la triunfada: 28/07/2012
Cartografía: El cerebro de Manolo
Fotos: La de siempre

jueves, 19 de julio de 2012

DOS CLARABIDES Y UN DESCONOCIDO

Hacía muchos años que no culminaba una gesta parecida, mi último tresmil había sido el Neuville hará más o menos unos doce años y, desde entonces, mi actividad montañera se había limitado al trekkineo sencillo y algún picacho fácil y cortito.  Tuvo que llegar Bonito del Norte para sacarme de mi letargo.  Aquí va la historia de lo que ocurrió…

DÍA 1 (víspera del día 2): Llegamos a Benasque a comer, bien de pasta para preparar el cuerpo.  Nos acercamos por la carretera de Francia (que no llega a Francia) al parking del Valle de Estós.  Aparcamos y cargamos las mochilas, ahora recuerdo por qué dejé de irme a dormir por ahí ¡como pesa la jodía mochila de los años 90!.  Emprendemos la marcha hacia el Refugio de Estós, el valle está precioso, rebosante de vida… ¡que verde era mi valle!, nos zampamos alguna fresa por el camino aprovechando que es temporada y que los buitres que nos anteceden no han arramblado con todas, pero casi. A eso de las cinco y media de la tarde, ya estamos allí.  Nos inscribimos y subimos los sacos-sábana a la habitación donde Bonito del Norte me hace una interesante comparativa con los barracones de Auschwitz que visitamos hace un par de meses… ¡ejem!.  Cena en horario europeo y a jugar cartas hasta hacer sueño.

DÍA 2 (víspera del día 3): 7:30 a.m., hora zulú.  Tras un interesante desayuno, ponemos rumbo por detrás de los aseos del refugio (aaarggg) por una senda marcada que nos va llevando por el final del valle de Gías en dirección al barranco que lo atraviesa.  Al poco rato comenzamos a ascender por la derecha del barranco hasta llegar a un cruce de esos tan divertidos para sacar la típica foto de chapuzón… ¡no pudo ser! Estábamos ágiles todavía.

Continuamos por la izquierda del barranco superando varios resaltes que nos hacen apoyar las manos alguna vez, sin miedo, nada de patio y todo muy tumbadito, nada vertical… divertido, pero hay que ir avispado porque aunque el camino esté bien señalizado con hitos e incluso algún circulito de pintura blanca, podemos embarcarnos fácilmente cosa que no ocurre que para eso está mi olfato canino y consigo llevarnos por el buen camino y cruzarnos con una familia de marmotas que se dejan fotografiar y todo.




Poco a poco, ganamos altura y nos encontramos con un primer pequeño ibón que dejamos a nuestra izquierda por una faja muy bien pisada que nos encarama, ahora sí, en el bellísimo Ibón de Gías.  Llevamos un par de horitas andando, así que… ¡hora de almorzar!.


El tiempo pinta raro, el fondo del valle ni se ve y en poco rato nos rodea una inquietante niebla que tampoco nos deja ver claramente por dónde hemos de continuar, pero “se hace camino al andar” dice la canción, así que a tirar pa’rriba.  Vamos rodeando el Ibón que se queda a nuestra derecha para empezar buena rampa por pedrera cómoda hacia el collado de Gías donde nos quitamos las mochilas.  En poco rato nos encontramos dudando entre hacer caso “literal” al mapa o esperar a que despeje un poco para asegurarnos.  Estoy muy cansada pero como ya estoy allí, propongo tirar hacia la derecha a una cumbre que no tengo ni idea de lo que es pero está cerca y visible… ya bajando, si eso, tiraremos hacia los Clarabides de marras.  Dicho y hecho, buen palizón por caos granítico tresmilero de esos que tanto me gustan (esto dicho con mucho rintintín), para llegar a… estooo… ¿la Punta Lourde Rocheblave?, seguro que algún asiduo lector me lo aclara.


¡Ale pues! Bonito del Norte ya tiene su primer tresmil, ponemos dirección otra vez al collado y por fin empieza a despejar mientras los claros nos dejan maravillarnos con la magnífica mole del Posets como postal de fondo para los Claravides que ya nos están llamando.  Allá que vamos.  Nos cuesta bajar por el caos granítico de la puñeta así que paramos en el collado a repostar y dar cuenta del tradicional benjamín de cava que, como manda la tradición, le he hecho transportar a mi pobre vasquito para celebrar la ocasión.


Continuamos pues, esta vez por camino muy cómodo, bien pisado y evidentísimo hacia el auténtico objetivo del día: Claravides norte, tocar chufa y seguir hacia el Claravides central.  Aquí echamos un rato haciendo fotos y lamentándonos de no haber atacado aquí primero, así aún tendríamos ganas de ir hacia el Gías.  Me lo miro de reojo mientras decido empezar el descenso, estamos cansados y queda toda la bajada.


De vuelta al collado, mochilas a los hombros y a bajar lo subido.  Todo bien hasta que ¡pardiez! ¿dónde está el cruce del barranco? ¿y los hitos? ¿y nosotros, dónde estamos nosotros?.  El agotamiento es lo que tiene, que se empana una y durante media horita pierde el oremus.  Sin más contratiempo que un remojón en los piececitos (cosa que también se agradece) retomamos el buen camino y llegamos al refugio. Ducha, ropa limpia, cena y a dormir como lirones. ¡Que mansos nos quedamos, oiga!.


DÍA 3 (el día que nos fuimos a la playa): Amanecemos contentos y risueños hasta que ¡ains! ¡ habemus agujetas!... si es que ya no tenemos edad.  Desayuno, mochilas y a bajar.  Abandonamos el refugio con un día precioso y nada caluroso, toda la bajada se nos hace encantadora a pesar del dolor de garrillas y aprovechamos que no hay prisa para “jartarnos” de hacerles fotos al sin fin de florecillas y floripondios que encontramos por el camino.  Así, en lo que nos parece un soplido, llegamos a la “frago” y al rato a Benasque para darnos un buen homenaje de huevos fritos con jamón.  La playa nos espera… ¡que vida más perra esta!.


Recomendables los Clarabides para primerizos tresmileros.  Magníficas vistas sobre Francia y el macizo del Posets, rodeados de ibones.  De verdad, tresmil ideal para iniciarse (ojo, siempre acompañados de una mano experta).

Fecha real de la triunfada: del 8 al 10 de julio de 2012
Cartografía: Editorial Pirineo nº6 (Benasque - Ball de Benás. Parque Posets – Maladeta)
Fotos: Mi cámara nueva y mis deditos