lunes, 24 de diciembre de 2012

viernes, 14 de diciembre de 2012

Raqueteando por Aneu


Pensando en los tiempos en que durante el invierno no me quedaba otra que andar hundiéndome hasta las rodillas, recordé la envidia que me daban los pocos franceses que veía desfilar con sus raquetas.  Así se me ocurrió la idea de hacer lo propio ahora que semejante herramienta está de moda y así recordé que la zona donde más había contemplado la hazaña del “trekking enraquetado” era el Valle de Anéu, cercano y siempre blanco.

Allá que nos fuimos tempranito por la mañana con la intención de darle la vuelta al Peyreguet con las raquetas alquiladas en los pies.  Paramos en Escarrilla al visualizar el cartel de raquetas de alquiler, nos hacemos con las herramientas y echamos un café para calentar cuerpos que hace frío del de verdad.  Ahora sí enfilamos dirección a Francia y al llegar a Portalet vemos que los vecinos, como es habitual, no limpian mucho sus carreteras así que aparcamos en la mismísima frontera para empezar a andar raquetas en mano en busca del famoso parking que hay unos metros más adentro del gabacho.



Al poco vemos una pandilleta colocándose los zarrios esos en los pies y bajando directos hacia la archifamosa granja de Gabás esa donde venden queso bueno, bueno.  Ale, pues nos apuntamos y tras cuarto de hora de ajustes varios ponemos marcha hacia la granja.  Paramos cerca de ella para realizar las evacuaciones corporales pertinentes y de paso decidimos dejar el plan de la vuelta al Peyreguet para otro rato pues las puñeteras raquetas de alquiler parecen más zapatos de payaso que otra cosa y aunque ayudan no son fáciles de manejar, menos para no iniciados como nosotros.  Así, dejamos la senda del Peyreguet a nuestra derecha y enfilamos hacia el fondo del valle gozando como enanos de un día soleado y sin viento, con la temperatura ideal para andar en jersey y hacer el tonto con la nieve que pa eso está.


Llevamos andando como un par de horas cuando encontramos una vaguada maja y llana para desviarnos a nuestra izquierda y enganchar con otro itinerario que según el mapa nos llevaría directos a la frontera.  Pero antes paramos a comer algo en un colladito a los pies del Pene de la Glére que parece lo menos el campo base del Everest petao de peña ataviada de ropas y herramientas diversas como para ir vaya usted a saber ande.  Ahora sí, empezamos a bajar siguiendo a “todo kiski” hasta que mi olfato de “perreta caminera” hace aparición y propongo dejar de seguir a la peña para desviarnos y situarnos en el itinerario más llano que nos lleva ¡sí señor! Directos al coche (¡que fiera soy por dios!).

¡Y eso es todo amigos! Un paseito majo para retomar contacto con la nieve e ir practicando con las raquetas que he de admitir, son útiles, aunque no en todos los terrenos.

Fecha real de la excursión: 09/12/2012
Cartografía: Un mapa gabacho que no tengo a mano ahora mismo
Fotos: Pocas pero majas ¿no?

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Jóvenes Castoras al aroma de pacharán


 De repente los astros se conjugaron todos ellos y en el mismo fin de semana se sucedían dos hechos casi casi irrepetibles: 1.- Bonito del Norte tiene trabajo fuera todo el finde 2.- Casi todas las amigas están libres y dispuestas para subir al monte. ¡DIOS! Por fin te has acordado de mí.

Elegimos como destino la localidad de Villanúa, más que nada porque tenemos casa gratis gracias a Joven Castora II (la I soy yo, si eso, porque yo lo valgo).  Viernes, 20:00 horas post meridian, ponemos rumbo con mi “silver bullet” cargado hasta las molduras de los espejos sobre todo de leña de la buena para hacer brasa y bien de viandas para sobrevivir el tiempo que haga falta.

Llegamos a Villanúa a eso de las nueve (post meridian también), encendemos la calefacción y nos vamos a cenar por ahí, que no hay tiempo para brasas y los estómagos rugen que no veas.  Vamos de ligero, hamburguesas y vino que hay que preparar cuerpos para subirnos al día siguiente a Cenarbe, que nos hace ilusión porque el abuelo de Joven Castora II era de allí. 

Haciendo planes decidimos echarnos un digestivo al cuerpo para darle tiempo a la caldera de calentar bien la casa.  Y así empezó a correr el pacharán, uno tras otro, así sin enterarnos hasta que sin saber cómo, nos despertamos al mediodía del sábado con una resaca de las buenas y sin calefacción, todas apelotonaditas junto al hogar.  A lo hecho ¡pecho! Así que nos vamos a almorzar-comer tras lo cual Joven Castora IV nos abandona y se vuelve pa Güeskonsin. 




Así nos quedamos Jóvenes Castoras I, II y III un poquito arrepentidas de nuestra hazaña nocturna pero con ganas de disfrutar lo que queda de día y sin darle más vueltas, nos cogemos una botella grande, muy grande de agua y ponemos marcha hacia el monte en busca de la nueva senda marcada como “Sendero Botánico As Foyas” que sale desde la oficina de turismo y con muuuuchíiiisismos carteles e indicaciones que nos llevarán a realizar un entretenido recorrido por la ladera dejando el río Aragón a nuestra izquierda hasta que, antes de que empiece a anochecer, decidimos enganchar con el camino de santiago y dejando el río esta vez a nuestra derecha volver al pueblo a descansar.

Contentas y satisfechas con nuestro plan B, y con la calefacción arreglada por fin, encendemos el fuego para ir preparando las brasas que nos estarán esperando cuando volvamos de visitar la “Villanúa Second Hand” que no era otra cosa más que una feria de artículos de montaña de segunda mano.  Al llegar a casa, aprovechamos de bien las brasas con su corderito, longaniza, panceta, morcilla y bien de vino que el mal vino con vino se pasa.  Tras la correspondiente sesión de marujeo, nos fuimos a dormir para regresar el domingo temprano a Güeskonsin que hay que cumplir con las familias.

CONCLUSIÓN: A veces (y sólo a veces) vale la pena un poco más de pacharán y menos monte si la dicha es buena y las amistades crecen.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

AGÜERO-RIGLOS PASANDO POR PUNTA COMÚN (1191M.) CON LA COMARCA DE LA HOYA

Iba andando por la calle cabizbaja, echando de menos algo de actividad montañera, cuando se presentó ante mí cual aparición mariana un cartel de la comarca de la Hoya de Huesca anunciando una serie de rutas senderistas guiadas y organizadas por su departamento de deportes.  ¡Pos ala! Mejor que mejor: así no tengo que pensar.

La cita es a las 8:30 en la estación intermodal y allí, poco a poco, nos vamos agrupando los senderistas hasta que ¡caspita! Veo aparecer dos viejos amigos y enseguida ato cabos: ¿estos dos van a ser nuestros guías?… ¡perfecto! Me voy a reír un montón (lo cierto es que me porté muy bien dada la situación).

Llegamos a Agüero y tras esperar un rezagado que nos hemos dejado en Ayerbe, empezamos a caminar desde el camping en dirección a los mallos para rodearlos por su izquierda hasta llegar a un desvío que a su derecha nos llevaría otra vez al pueblo rodeando completamente los mallos.  Nosotros seguimos a la izquierda dirección noreste por una penosa cuesta de esas que te hacen sudar virus, cañas, cubatas y hasta parte de las primeras papillas. 

El camino se suaviza y vamos recorriendo antiquísimos cultivos y observando cómo la naturaleza se va recuperando de los varios incendios sufridos por esta zona. Así hasta alcanzar el collado “Barrera de L’Estanco” donde unos cuantos prefieren esperar a los que seguimos en muy cómodo ascenso por la arista hasta la Punta Común, aquí hacemos las fotos de rigor y descansamos un poquito antes de descender para reunirnos con el resto del grupo.


Ahora ya toca bajar hacia Carcavilla para lo cual seguimos las marcas azul-blancas y los habituales piloncillos de madera de la comarca de la hoya…¡amos! Que el que se pierda es porque quiere.  Paramos a comer en la ermita de San Chinés donde empiezan a brotar “tupers” y botas como setas ¡jo! Así no hay quien guarde la línea.  Bien comidos y bebidos nos disponemos a continuar la bajada para cruzar el puente de Carcavilla.


Desde el pueblo de Carcavilla, sale una PR que primero asciende un poco para luego bajar hasta las vías del sin par “Canfranero”.  Desde aquí continúa paralela al río y empieza el ascenso cuando ya nos encontramos justo debajo de los mallos, así, llegamos a la explanada que antaño nos servía de parking a los jóvenes lanzados que pasábamos los domingos de resaca haciendo el mono.  Sólo nos queda cruzar el pueblo, parar en el refugio a echar una merecida cervecita y llegar al parking de la piscina, donde nos espera el autobús.


Muy agradable recorrido con estupendas vistas del Reino de los Mallos.

Fecha real de la excursión: 11/11/2012
Cartografía: La cabezota de mi amigo Juan
Fotos: Servidora

miércoles, 10 de octubre de 2012

LA NUBE FRANCESA Y LA MALDICIÓN DE PANTICOSA



Cuando era cría, pero muy cría muy cría, mucho más que ahora… mi abuela me decía: “Pirene, las nubes y los bebés vienen de Francia”. He podido comprobar que lo de los bebés no es verdad porque he ido un montón de veces al país vecino y ná de ná.  Pero lo de las nubes es otro cantar.

Para este domingo habíamos quedado con mi amiga Empanada para hacer la famosa vuelta de los Lagos de Ayous pero desde Astún, así que para las ocho de la mañana ya estábamos coronando Monrepós desde donde pudimos divisar que la nube esa que viene de Francia estaba bien arraigada.  Pos nada, cambiamos de plan, nos subimos a Portalet y desde allí ya decidimos según la meteo y el mapa… ¡ups! El mapa, ambas dos empanadas nos habíamos dejado el mapa.  Bien, empezamos bien el día.

Venga, vamos a sacar el mapa alternativo que no es otro más que la memoria fotográfica de esta menda lerenda… se podría hacer una vueltecica al Peyreget pero está cubierto y el Midi ni se ve, así que damos marcha atrás a buscar zona más clara para terminar en Panticosa tomando un café al ladico del parking de las pistas donde el camarero nos plantea un par de ideas que descartamos rápidamente.  ¡Hay que ver! Sin mapa no soy persona.

Pos nada, nos vamos pal balneario y echamos a andar hacia los Bachimañas con muy buena temperatura y nubes altas que no molestan y dejan ver el sol a ratos.  Con suerte nos acercaremos a Bramatuero y a lo mejor desde allí nos lancemos a alguna cima.  En hora y media muuuy larga, llegamos al primer ibón y contemplamos el nuevo refugio que pasamos de largo para continuar al segundo ibón para parar y comer que las tripillas llevan rato echándonos la bronca a las dos.  Como suele ocurrirme en Panticosa, su maldición se nos echa encima y bocata en mano nos empieza a lloviznar con ese vientecillo fresquito y molesto que nos rocía cual rosas mañaneras.  Mientras se va cubriendo todo de ese típico gris que siempre me hace correr por estos lares. Decidimos rendirnos y empezar a bajar aprovechando para echar alguna foto con mi cámara que se ha salvado de chiripa de un peazo resbalón que me ha dejado el traserito color lila súper mono.  Que no, que no, que muy bonito pero yo me vuelvo a mi casa.


No sé qué pasa en esta zona que siempre me pilla el marrón oyes, de verdad.  Sólo puedo contar dos veces en que no haya tenido que correr huyendo de rayos, truenos, centellas, granizos, lluvias, etcétera y ambas en el Baziás.  Estoy segura que tengo una maldición a espaldas que sólo se activa en Panticosa.

martes, 11 de septiembre de 2012

JÓVENES CASTORAS: Jabalineando en el Cuezo (2.049m.)

Por fin consigo quedar con mis “muymejoresamigas” para irme al monte.  Como una de ellas pone la casa, la quedada se cita en Bielsa y una vez allí empezamos la no poca ardua faena de elegir excursión que nos satisfaga a todas, o sea, a las tres.

Después de un ratico dando vueltas al mapa, la lugareña belsetana tiene una visión extraordinaria y propone el Cuezo, en el mapa saca buena cara y desde luego por su ubicación tiene que ser un mirador estupendo.  Bien, calculamos unos 500m. de desnivel así que sin preocuparnos más comienza la sesión de marujeo hasta entrada la madrugada.

Entre despertarnos y no, desayunar y no, “qué me pongo” y no… se nos hacen las tantas pero da igual, el recorrido es corto y ya no hace el calor de agosto.  Antes de nada a buscar al perro y a saludar progenitores belsetanos, así resultamos informadas de un itinerario que no aparece en el mapa pero que no puede tener pérdida y aunque más empinado será más corto, decidimos optar por el consejo paternal.

Salimos por fin de Bielsa carretera a Pineta para desviarnos a la derecha hacia Espierba que dejamos atrás por una pista a la derecha dirección a los llanos de Diera.  Justo cuando la pista empieza a sacar mala cara, divisamos un hito a nuestra izquierda que consideramos debe ser el inicio de la ruta.




Empezamos a andar por una antigua pista muy empinada que nos sirve de entreno para lo que nos espera.  Llegamos a unos prados muy tupidos y bastante arados por jabalíes que pronto se convierten en bosque por el que no transcurre senda clara, por pura intuición y siguiendo ligeras trazas pisadas que suponemos de animalicos y/o cazadores vamos ganando altura y sudando la gota gorda.  Aquí se produce la primera y única baja del día: la rubia no tiene ganas de “jabalinear” y se vuelve al coche.  Las dos morenas jóvenes castoras continuamos marcha orientándonos como podemos por el bosque y buscando el itinerario menos tupido posible hasta que ¡caspita! Nos encontramos con un muro calizo que bordeamos dirección norte hasta encontrar un paso que nos deja ver un poco de luz y sospechar las peazo vistas que vamos a tener en breve. 


Un poco más de jabalineo y por fin nos plantamos en lo alto.  Ya sólo queda continuar dirección norte disfrutando del paisaje hasta un mojón que nos señala la cima.  ¡Que gustazo! Bien de fotos y de disfrutar de la agreste belleza de Pineta y sus montes.


Oímos un trueno y decidimos bajar, sabemos que no hay peligro pero más vale no arriesgar.  El descenso se nos hace corto a pesar del inevitable jabalineo aunque esta vez mi joven castora compañera hace gala de su título de guía y nos lleva a ambas por mejor itinerario hasta el coche donde la rubia se alegra de nuestra hazaña y entre las tres decidimos considerar la gesta como “triunfada total”.

Recomiendo muy mucho esta discretísima cumbre, eso sí, lo mejor es seguir el itinerario “normal” aunque tampoco mucho más transitado que sale de la pista de espierba.

Fecha real de la triunfada: 15 de septiembre de 2012
Cartografía: Editorial Pirineo nº5 Bielsa-Bal de Chistau
Fotos: ya se sabe

lunes, 3 de septiembre de 2012

IBIRQUE EN VERANO



En cuanto empieza el calor, allá para Mayo-Junio, abandono la sierra.  Demasiado calor para disfrutar el monte.  Sin embargo, esta semana ha empezado a refrescar y de paso una buena amiga ha tenido un encuentro extrasensorial consigo misma decidiendo probar suerte con esto del monte.  Y allí estoy yo, como siempre dispuesta a ganar adictas.

No lo dudo, se puede ir a la sierra y así no hay que madrugar cosa que la moza seguro agradece.  Sólo queda elegir un paseo bonito, corto y sin dificultades de esos que dejan buen sabor de boca a quien nunca ha pisado el monte si no es con zapatillas automóviles de caucho.  Decidido: Ibirque, ruta corta, bonita pues transita junto a un bellísimo barranco y con muy poquito desnivel.  ¡Esta lo va a flipar!.


Salimos de Güeskonsin dirección Arguis, de allí por la carretera vieja de Monrepós y dejando a la izquierda el túnel de la manzanera cogemos la pista asfaltada hacia Nozito.  Un par de curvas antes del desvío de Bara, dejamos el coche en una explanada a mano derecha.  Desde la explanada echamos a andar por la “carretera” en dirección Nozito unos pocos metros hasta encontrar la entrada a la senda estupendamente señalizada.  Ya sólo hay que seguirla con un poquito de atención pues es cruzada muchas veces por caminos de ganado y otras sendas que vete tú a saber ánde van.  Si se está atento, hay marcas roji-blancas y algún hito que llevan la dirección correcta.  Y así, andando cómodamente y disfrutando de las bonitas pozas del barranco que aunque lleva poco agua, lleva la suficiente para mantenerse limpio llegamos al pueblo abandonado de Ibirque donde el sol pega de bien.  Latita de ensalada del mercadona, tragazo de agua y a bajar por el mismo camino con parada refrescante en badina de agua limpia y heladora que nos deja las piernas (y otras partes del cuerpo que no voy a nombrar) estupendas de la muerte.



Me parece que elegí bien la ruta porque mi amiga ya quiere volver al monte.  Objetivo conseguido: ya tenemos otra adicta.

Las fotitos, como siempre, son mías pero se puede hacer uso que ya sé yo que no son ninguna maravilla que pudiera rendirme beneficio alguno.

martes, 21 de agosto de 2012

HIGHWAY TO VALLIBIERNA


Se acercaba el San Lorenzo y como estoy un poco anémica (eso dice el médico, yo digo que estoy floja… son maneras y maneras de ver las cosas) decidí escapar como una auténtica cobarde e irme al monte que se está más fresco, se descansa mejor y la altitud hace sangre (esto lo digo yo, al médico ni caso).

Dormimos al albergue del caracol (furgoneta con cama improvisada súper cómoda que lo flipas) que Bonito del Norte ha acondicionado con suma agilidad para la ocasión.  Despertarse en la mismísima presa de Llauset fue una gozada después de otra gozada de noche fresquita y estrelladísima como hace tiempo no disfrutaba.  


Con ese buen sabor de boca y mientras la luz va iluminando cumbres empezamos a caminar cruzando un pequeño tunelcito tras el que seguimos la senda que bordea el embalse por su derecha.  No hay más que seguir las marcas roji-blancas de la GR11 para llegar sin problemas al Ibón de Botornás donde hacemos una primera paradita de hidratación.


Seguimos por la autopista-senda GR cruzando un par de veces el barranco cuyo nombre no recuerdo hasta una bifurcación que por la derecha nos mandaría al collado de Vallibierna y desde donde apreciamos otro peazo ibón.  Por llevar la contraria, nos vamos a la izquierda dirección al “pico Vallibierna por el Ibón Chelat. Un ratico más por otra autopista correspondientemente marcada y señalizada para plantarnos en otro ibón cuyo nombre tampoco recuerdo.  Desde aquí ya vemos claramente lo poco que nos queda.


Alcanzamos a la “happy family con perro” que nos había despertado haciendo fotos y almorzando en Llauset (menos mal, que si no empezábamos a andar a las “pun”), comentamos un poco la jugada que no tiene pérdida y dudamos todos de si pasaremos el paso del caballo o no.  Seguimos andando y en alcanzar lo que nos parece ha de ser el Ibón Chelat famoso, paramos a repostar que esta servidora ya nota la flojera (a ver si el médico va a tener razón al final…).


Sólo nos queda empezar a seguir los hitos que abundan por dorquier para salvar un par de resaltes con su caos granítico y abordar una pedrera relativamente cómoda, pero eso sí, muy bien pisada que nos deposita por fin en la arista cimera.  Ahora toca hacer eslalom para esquivar a la manada de críos pre-adolescentes de campamento que todavía no se saben aquello de ceder el paso al que sube.  Ya vemos la cima y me pongo contenta porque la verdad (y ahora sí le doy la razón al médico) estoy rarita del tó, tanto que hasta esta aristilla aérea pero sencilla me da un pelín de vértigo y así llegamos a la cima de Vallibierna (3067m. y olé) con sus vistas estupendísimas de las Maladetas, Aneto, etc…


Ahora toca decidir si seguimos el plan inicial que era seguir al Culebras por el Paso del Caballo o no.  Pues no.  Me noto justilla de coco más que de fuerzas ,que también me escasean, y me corta el rollo ver un grupito de valientes haciendo el tonto:


Nos ponemos a comer y llega la “happy family con perro”, tampoco se animan al ver el espectáculo funambulista y me siento aliviada de no ser la única que opina que el funambulismo se hace cuando el resto de la manada ha culminado el paso.

Ya sólo queda bajar lo subido, con calma y disfrutando de la ruta que, sinceramente, me resulta de las más bonitas que he hecho hasta ahora para subir un tresmil.  De aquí a la piscina con temperatura de ibón de la localidad de Barruera, cenita a base de escalivada y butifarra bien regada con vinito de la tierra y a dormir mansos como lirones otra vez en el caracol.  

Fecha real de la triunfada: 10 de agosto de 2012 (San Lorenzo mi patrón y las mozas que van por agua a la fuente del Ibón)

Cartografía: Editorial Pirineo nº6. Benasque - Ball de Benás. Parque Posets - Maladeta

Fotos: Esta moza que va por agua a la fuente del ibón

lunes, 30 de julio de 2012

COLLARADETA COMO UNA MARQUESA

Andaba yo emperrada en subir a Collarada, hace casi veinte años lo hice por primera vez y también fue mi primera cumbre pirenáica así que le tenía ganas.  Entré en la web del ayuntamiento de Villanúa para buscar información sobre los permisos que conceden para subir con el coche hasta el refugio de la Trapa y me sorprendí al ver que durante el verano no conceden permisos sino que te suben ellos mismos en todoterreno por ocho euretes, diez si quieres que también te bajen.  Bueno, me lo pensé un poco y decidí seguir navegando un rato por la web hasta que ¡caspita! Me encuentro con que ese finde organizan una ascensión guiada a Collaradeta.  ¿Que me lleven a un pico sin que tenga yo que pensar, sólo dejarme llevar y disfrutar?, sin dudarlo me apunté, como una marquesa oiga.

A las siete y cuarto de la mañana ya estábamos en las inmediaciones de la oficina de turismo de Villanúa donde nos esperaba un señor que sin duda era el guía que nos llevaría hoy hasta Collaradeta a Bonito del Norte, migo misma y ocho más.  Un par de trámites y al rato empezamos a subir por la pista hacia el refugio de la Espata, donde dejamos los coches y empezamos a andar, primero por la pista y enseguida por senda muy marcada que cogemos a nuestra derecha.

Las primeras cuestas por bosque a paso de guía, es decir, despacito y con calma: “paso para llegar”.  Al poco nos encontramos con el paso clave de toda la ascensión, una canal muy fácil donde apoyamos las manos un par de veces pero sin mayor dificultad y empezamos a obtener vistas de la mole de Collarada y al poco ya tenemos a las dos hermanas al alcance de las manos, bueno más bien del objetivo… ¡que guapas ellas!.


Continuamos ahora por una ladera calizo-herbosa que, para nuestro disfrute, nos encontramos plagada de flores de nieve o edelweis por dorquier… bien de fotos y a continuar.  Cada vez tenemos más cerca el objetivo de hoy.


Superamos un pequeño contrafuerte y torcemos hacia la izquierda hasta un collado que nos deposita en un pequeño valle entre ambas collaradas.  Tiramos ahora a nuestra derecha por pedrera buena y bastante estable de la que salen corriendo unos cuantos sarrios que hacen nuestras delicias con su gracilidad (¡ains!). 


Vamos laceando primero a la izquierda y luego a la derecha ya dirección a la cumbre superando otro pequeño paso de esos de poner las manos para, ahora sí, llegar a la cima más feliz que una perdiz.  Vistas espectaculares aunque ensombrecidas por las nubes de evolución que llevan formándose toda la mañana pero que no descargan ni molestan.


De bajada, nos desviamos un poco pues el guía decide recompensar nuestro buen comportamiento (admito que hemos sido un grupo muy majo, nada quejicas y muy dispuestos) con la extraordinaria visión de uno de los rincones más bonitos que he visto en esta zona…


Con un delicioso sabor de boca y más contentos que chupillas, bajamos por el mismo camino a los coches y nos despedimos.

Me ha pasado lo mismo que cuando visito una ciudad nueva.  No es lo mismo ver las cosas desde la ignorancia que cuando te acompaña un conocedor del lugar, dudo que alguna vez me hubiera dado por subir a Collaradeta siempre desmejorada por su hermana mayor y dudo más aún que en ese caso hubiera dado con “La Ventana”.

Fecha real de la triunfada: 28/07/2012
Cartografía: El cerebro de Manolo
Fotos: La de siempre

jueves, 19 de julio de 2012

DOS CLARABIDES Y UN DESCONOCIDO

Hacía muchos años que no culminaba una gesta parecida, mi último tresmil había sido el Neuville hará más o menos unos doce años y, desde entonces, mi actividad montañera se había limitado al trekkineo sencillo y algún picacho fácil y cortito.  Tuvo que llegar Bonito del Norte para sacarme de mi letargo.  Aquí va la historia de lo que ocurrió…

DÍA 1 (víspera del día 2): Llegamos a Benasque a comer, bien de pasta para preparar el cuerpo.  Nos acercamos por la carretera de Francia (que no llega a Francia) al parking del Valle de Estós.  Aparcamos y cargamos las mochilas, ahora recuerdo por qué dejé de irme a dormir por ahí ¡como pesa la jodía mochila de los años 90!.  Emprendemos la marcha hacia el Refugio de Estós, el valle está precioso, rebosante de vida… ¡que verde era mi valle!, nos zampamos alguna fresa por el camino aprovechando que es temporada y que los buitres que nos anteceden no han arramblado con todas, pero casi. A eso de las cinco y media de la tarde, ya estamos allí.  Nos inscribimos y subimos los sacos-sábana a la habitación donde Bonito del Norte me hace una interesante comparativa con los barracones de Auschwitz que visitamos hace un par de meses… ¡ejem!.  Cena en horario europeo y a jugar cartas hasta hacer sueño.

DÍA 2 (víspera del día 3): 7:30 a.m., hora zulú.  Tras un interesante desayuno, ponemos rumbo por detrás de los aseos del refugio (aaarggg) por una senda marcada que nos va llevando por el final del valle de Gías en dirección al barranco que lo atraviesa.  Al poco rato comenzamos a ascender por la derecha del barranco hasta llegar a un cruce de esos tan divertidos para sacar la típica foto de chapuzón… ¡no pudo ser! Estábamos ágiles todavía.

Continuamos por la izquierda del barranco superando varios resaltes que nos hacen apoyar las manos alguna vez, sin miedo, nada de patio y todo muy tumbadito, nada vertical… divertido, pero hay que ir avispado porque aunque el camino esté bien señalizado con hitos e incluso algún circulito de pintura blanca, podemos embarcarnos fácilmente cosa que no ocurre que para eso está mi olfato canino y consigo llevarnos por el buen camino y cruzarnos con una familia de marmotas que se dejan fotografiar y todo.




Poco a poco, ganamos altura y nos encontramos con un primer pequeño ibón que dejamos a nuestra izquierda por una faja muy bien pisada que nos encarama, ahora sí, en el bellísimo Ibón de Gías.  Llevamos un par de horitas andando, así que… ¡hora de almorzar!.


El tiempo pinta raro, el fondo del valle ni se ve y en poco rato nos rodea una inquietante niebla que tampoco nos deja ver claramente por dónde hemos de continuar, pero “se hace camino al andar” dice la canción, así que a tirar pa’rriba.  Vamos rodeando el Ibón que se queda a nuestra derecha para empezar buena rampa por pedrera cómoda hacia el collado de Gías donde nos quitamos las mochilas.  En poco rato nos encontramos dudando entre hacer caso “literal” al mapa o esperar a que despeje un poco para asegurarnos.  Estoy muy cansada pero como ya estoy allí, propongo tirar hacia la derecha a una cumbre que no tengo ni idea de lo que es pero está cerca y visible… ya bajando, si eso, tiraremos hacia los Clarabides de marras.  Dicho y hecho, buen palizón por caos granítico tresmilero de esos que tanto me gustan (esto dicho con mucho rintintín), para llegar a… estooo… ¿la Punta Lourde Rocheblave?, seguro que algún asiduo lector me lo aclara.


¡Ale pues! Bonito del Norte ya tiene su primer tresmil, ponemos dirección otra vez al collado y por fin empieza a despejar mientras los claros nos dejan maravillarnos con la magnífica mole del Posets como postal de fondo para los Claravides que ya nos están llamando.  Allá que vamos.  Nos cuesta bajar por el caos granítico de la puñeta así que paramos en el collado a repostar y dar cuenta del tradicional benjamín de cava que, como manda la tradición, le he hecho transportar a mi pobre vasquito para celebrar la ocasión.


Continuamos pues, esta vez por camino muy cómodo, bien pisado y evidentísimo hacia el auténtico objetivo del día: Claravides norte, tocar chufa y seguir hacia el Claravides central.  Aquí echamos un rato haciendo fotos y lamentándonos de no haber atacado aquí primero, así aún tendríamos ganas de ir hacia el Gías.  Me lo miro de reojo mientras decido empezar el descenso, estamos cansados y queda toda la bajada.


De vuelta al collado, mochilas a los hombros y a bajar lo subido.  Todo bien hasta que ¡pardiez! ¿dónde está el cruce del barranco? ¿y los hitos? ¿y nosotros, dónde estamos nosotros?.  El agotamiento es lo que tiene, que se empana una y durante media horita pierde el oremus.  Sin más contratiempo que un remojón en los piececitos (cosa que también se agradece) retomamos el buen camino y llegamos al refugio. Ducha, ropa limpia, cena y a dormir como lirones. ¡Que mansos nos quedamos, oiga!.


DÍA 3 (el día que nos fuimos a la playa): Amanecemos contentos y risueños hasta que ¡ains! ¡ habemus agujetas!... si es que ya no tenemos edad.  Desayuno, mochilas y a bajar.  Abandonamos el refugio con un día precioso y nada caluroso, toda la bajada se nos hace encantadora a pesar del dolor de garrillas y aprovechamos que no hay prisa para “jartarnos” de hacerles fotos al sin fin de florecillas y floripondios que encontramos por el camino.  Así, en lo que nos parece un soplido, llegamos a la “frago” y al rato a Benasque para darnos un buen homenaje de huevos fritos con jamón.  La playa nos espera… ¡que vida más perra esta!.


Recomendables los Clarabides para primerizos tresmileros.  Magníficas vistas sobre Francia y el macizo del Posets, rodeados de ibones.  De verdad, tresmil ideal para iniciarse (ojo, siempre acompañados de una mano experta).

Fecha real de la triunfada: del 8 al 10 de julio de 2012
Cartografía: Editorial Pirineo nº6 (Benasque - Ball de Benás. Parque Posets – Maladeta)
Fotos: Mi cámara nueva y mis deditos

miércoles, 20 de junio de 2012

Infierno en el Castillo Mayor


En el monte se tienen días normales, días buenos y días malos.  Esta es la historia de cómo NO se debe una comportar en el monte si quiere evitar la temida pájara (sí, a mí me dan pájaras como las de los ciclistas, es que soy una deportista de élite frustrada).

Todo empezó porque necesitábamos una excursión corta pero bonita para resarcirnos del embarque de la semana pasada pero regresando sanas, salvas y temprano para descansar suficiente y asistir al concierto de UB40 de aquella noche (para algo que traen a Güeskonsin…).  Bien, nos decidimos por el Castillo Mayor y de paso nos llevamos un par de chavalines que se quieren iniciar en la droga esta del monte.

Salimos dirección Aínsa a las ocho de la mañana.  Alrededor de las diez, aparcamos en un “apalanque” que hay pasado Puértolas, un poco antes de llegar a Bestué,  continuamos a pie por la carretera y a nuestra derecha sale una senda que casi casi y sólo casi llanea en clara dirección a las murallas calizas que le dan esa forma de castillo a nuestro objetivo de hoy.  El paisaje está verde y luminoso, con florecillas por doquier así que empiezo a sacar la cámara cada dos por tres cosa que me retrasa del grupo.


Aprieto el paso para pillar a la peña y empiezo a notar un no sé qué, pero no le hago caso, nunca sudo mi me afogo tanto pero bueno, allá que sigo.  Alcanzo a mi amigueta que me pregunta qué tal, digo que bien y sigo en mi empeño de hacer fotillos para luego apretar el paso y volver a encontrarme justilla de fuerzas.  Ya estamos pasando bajo las murallas y se aprecia el amplísimo embudo por donde hemos de pasar.



Oigo las voces de mis compis que se preocupan por mí, contesto que me encuentro “al punto de la pájara” pero puedo seguir más despacito hasta alcanzar el collado así que tragazo de agua y a tirar por las rampitas cómodas, sencillas y muy bien marcadas del embudo que nos deposita en un collado desde el que ya se aprecia el vallecito colgado (o sinclinal para los expertos) que hay que atravesar para dar el último empentón hacia la cima.  Me cuesta lo mío, ahora sí que utilizo el modo “paso de la vaca” pues chorreo de sudor y aunque las garrillas me aguantan el resto del cuerpo se me queja desconsolado.  Aquí sí, hay que parar un ratito para que esta pobre desgraciada descanse, recupere fuerzas y líquidos mientras piensa que: 1º no pasa nada por retrasarse haciendo fotos, 2º no hay que hacer cambios de ritmo bruscos y 3º hay que madrugar más para salir al monte cuando hace calor. Ah!, 4º elegir caras norte si sabes que va a hacer un calor de la muerte.  Es el momento de aprovechar para explicar que aunque veamos una senda muy claramente marcada directa a la cima, es mejor tirar hacia nuestra derecha por el valle para luego girar a la izquierda y divertirnos por el seudo-karst directos y con menos inclinación.  No hay quórum, tiramos rectos copiando a una pareja que vemos pasar.



Ya me encuentro mejor y cuando por fin mis compis se convencen de que esa no era la mejor ruta, les insto a seguirme.  Voy buscando pasos cómodos siguiendo algún hito de los muchos que hay desperdigados por toda la ladera de grietas y placas calizas divertidas para quien guste del ambientillo “alto-montañero”, agobiantes para primerizos en zapatillas.  Finalmente y tras pasar entre un par de arbolitos que para mí que misteriosamente eran arces, llegamos a la cima.  Se nos presenta Monte Perdido y las Tres Marías como si pudiéramos tocarlas con las manos, abajo Escuaín, Revilla, y Tella.  Más a lo lejos el Posets me saluda a sabiendas de que pronto le haré una visita.



Para la bajada, intento trazar el camino que solicitaba a la subida pero a falta nuevamente de quórum y tras un embarquito pequeñito propiciado por uno de mis principiantes, vuelven a seguirme por otra senda bastante pisada y marcada por hitos que en cortas lazadas nos lleva directos al sinclinal (¡huy! ya parezco una entendida y todo).  El resto de bajada por donde hemos subido disfrutando todo el rato de la Peña Montañesa, asados de calor y agotando todas las reservas de agua de las mochilas. Paradita gasolinera, lata de aquarius fresquita-ita y a casa a ponerse guapa (o intentarlo).



Mi segunda vez en este pico.  Todo un valor seguro para disfrutar de hermosas vistas. Recomendable dejarlo para fechas más frescas, el calor disminuye el disfrute y se presta a los malos ratos de valientes como servidora que recomienda no seguir su ejemplo.

Fecha real de la excursión: 16/06/2012
Fotos: mi cámara nueva estupenda de la muerte
Cartografía: todo de memoria, con dos ovarios.

martes, 12 de junio de 2012

DOMINGO AVENTURA... ¡EMBARCADA SEGURA!: Punta Güé


En principio la intención era subirnos al Castillo de Acher, motivo por el cual salimos raudas de Güeskonsin al punto de la mañana dirección al puerto de Santa Bárbara.  Al coronarlo, confirmamos nuestros peores temores: la zona estaba totalmente cubierta y no era una cubierta alta y agradable de esas que te van a dejar caminar plácidamente a la sombra, no, era un “peazo” de marrón.  Aún así, contactamos con un topo infiltrado en la zona para que nos confirmara posibilidades.  Negativo.  La zona tiene preligro.

¡Pos ala! A Jaca a por un café y a sopesar posibilidades.  La zona menos cubierta y con más posibilidades era el prepirineo o Guara y allí ya no queríamos volver, que ya vale de coche oyes.  Bien, mapa del Serrablo en mano a buscar alternativas.  Peña Güé fue la elegida por su cercanía y buena situación…. ¡allá vamos!.

Según la reseña del mapa de marras había que salir por detrás del castillo de Larrés, bajar al río, cruzarlo y llegar hasta una huerta, cruzarla y seguir por la pista hasta un barranco cuyo cauce había que seguir hasta encontrar una senda marcada con hitos que nos depositaría en una pista que a su vez nos alcanzaría hasta la Punta Güé.  Pues no.

Cruzamos el río, encontramos la huerta pero ninguna pista que la atravesara.  Da igual, seguimos lo que nos pareció una pista, que desembocaba en un barranco… pero ninguna senda marcada con hitos.  Ahora bien, sendas sí, muchas… pero de bichos.  Después de unas cuantas vueltas, encontramos una pardina que aparecía en el mapa, allí paramos a almorzar con el ánimo ya un poco bajo después de dos horas investigando monte a través.  Miramos el mapa, tenía que haber una fuente al lado de la pardina: pues no.  Vuelta sobre nuestros pasos, último intento y análisis de todos los pequeños barrancos que nos encontramos en busca de algún hito o referencia.  Nada, no hubo forma.

Con las orejas gachas pusimos rumbo a Güeskonsin en busca de la bondad del hogar después de una jornada de esas que te dejan… ¡bah!.

Tanta diéresis y tanta tilde, ya sabía yo que el sitio este no tenía nada bueno.  Por lo menos estrené mi cámara nueva…







Fecha real de la embarcada: 10/06/2012
Cartografía: Editorial Pirineo nº 10 Serrablo
Fotos: la de siempre